jueves, 19 de diciembre de 2013

"La puerta de la felicidad se abre hacia dentro"

Volver a España fue como meterme en un bloque de hielo (y no lo digo sólo por los 40º C de diferencia que sin duda han sido un cambio fuerte).

La naturaleza es sabia, probablemente por eso en un intento de darle progresión a los cambios y no toparse con todo de golpe, mi cuerpo congeló al bajarme del avión la mayor parte de mis emociones y pensamientos. Poco a poco, con el paso de los días, me he acostumbrado a la temperatura y mi mente ha aceptado la realidad…hemos salido del bloque de hielo.

No ha sido nada fácil. La verdad, a una le cuesta entender por qué tarda en ubicarse en el sitio donde ha estado toda su vida. Cuando te acuerdas de tu casa, tus amigos, tu familia, tu ciudad, a tantísimos kilómetros,  lo bueno se magnifica, te imaginas que todo sigue más o menos igual (eso es lo que todos te dicen), pero no es así. La realidad es la realidad, el tiempo pasa y la vida no espera por nadie, cuando llegas muchas cosas han cambiado, los que se han quedado aquí tienen su propio ritmo, sus quehaceres, sus hábitos… y es lógico, aunque eso te obliga a enfrentarte sólo a un montón de cosas que no te esperabas. Lo bueno de esto es todo lo que aprendes, en sólo una semana puedes llegar a reflexionar sobre millones de cosas diferentes y muchas de ellas suponen un cambio real en tu vida, es como si cada gota de agua que se descongelara fuera igual a un golpe de conciencia.

Yo ya sabía que este viaje me iba a enseñar, al marcharme ya lo pensaba: otro país, otro continente, otra escala de valores, otra gente, otra cultura, otras creencias, dos meses cuidando de mi misma…estaba claro que era una oportunidad única de aprender.

Estando allí uno ya se da cuenta de muchas cosas, se replantea sus prioridades, se pregunta el por qué de lo que hace y de lo que no hace. Pero lo más fuerte llega con el regreso, ya alguien lo dijo: “No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado, para darte cuenta de cuánto has cambiado tú”. Y aunque no es cierto que aquí nada haya cambiado, si lo es que por ser un lugar con el que estás más que familiarizado y en el que tienes tu vida, te ayuda a reajustar el concepto que tienes de ti mismo y de lo que te rodea.

Una de las cosas de las que me he dado cuenta en este viaje es de la enorme capacidad de adaptación del ser humano, basta con tener la intención para afrontar casi cualquier cambio que se planteé, y cuantos más cambios acoges más sencillo te resulta. Esto tiene una segunda parte que es aún más positiva si cabe, y es que he aprendido que los cambios, que no son tan difíciles, empiezan en uno mismo y que si yo cambio algo de mí, ya estoy cambiando algo del lugar en el que estoy, si es para bien o es para mal sólo depende de mí.

El segundo aprendizaje, y probablemente el más importante hasta el momento para mí, es entender que se puede ayudar siempre y se esté donde se esté. Es un regalo y una suerte poder cruzar el océano para tomar contacto con la vida de otras personas, ayudar, contribuir a su bienestar. Sin embargo es igual de maravilloso saber que a tu alrededor tienes cientos de oportunidades más y que son igual de valiosas. Y de verás es importante que nos demos cuenta de esto, basta con mirar a nuestro lado para encontrar a alguien a quien darle algo de nosotros, un consejo, compañía, cariño, unos apuntes, nuestras manos para alguna tarea, una idea…todo vale, todo es bueno y la mayoría de las cosas no cuestan nada y enriquecen mucho.

Al hilo de esto, también con este viaje he entendido que, aún con todo el desinterés del Mundo, uno mismo también es importante. Cuando decidimos dar algo de nosotros, ayudar sin buscar nada a cambio y de manera altruista, es fundamental que también ganemos, que nos sintamos bien, útiles…porque de lo contrario las cosas no funcionan de la misma manera y nuestra actitud no es igual de positiva. Todos buscamos sentirnos bien, y lo encontramos en diferentes cosas, tal vez es egoísta, pero es para mí la mayor virtud de la humanidad…podemos encontrar nuestro bienestar haciendo sentir bien a otros, encontramos lo que buscamos dándonos a los demás, y nos ayuda a querernos a nosotros mismos y a tenernos más en cuenta.

Y es que cuidarnos no es tan fácil como parece, me siento bien por haberme hecho cargo de mi misma estos dos últimos meses y estar aquí, entera y sana. Pero he echado mucho de menos tener alrededor a esas personas que muchas veces creemos que ponen barreras a nuestra independencia (física  y afectiva) pero que suponen un apoyo muy grande en nuestra vida.

Como moraleja del viaje usaría algo que ya me dijo una profesora hace años: “¡En la vida hay que mojarse!” Puedes pasar por miles de sitios como si nada o puedes decidir mojarte, empaparte. No siempre es fácil, seguramente va a traer momentos de tristeza o de dolor, despedidas, pérdidas, decepciones, vas a tener que echar de menos, vas a volver a empezar mil veces, a aprender y a desaprender…pero si no pasas eso tampoco vas a vivir las ilusiones, a sentir que entiendes y a sentirte entendido, escuchado o querido, nunca vas a saber de reencuentros, ni de proyectos cumplidos…¡hay que mojarse porque eso es vivir!




lunes, 25 de noviembre de 2013

'Todo lo que un día ocurrió se termina'

Por fin tengo un momento para sentarme tranquilamente y escribir. No creáis que si no he escrito en las últimas tres semanas ha sido porque no tenia nada que contar, más bien por falta de tiempo o a veces (por qué no decirlo) de ganas, y es que los días aquí son intensos y suelo llegar a casa deseando meterme en la cama.

Todo está yendo muy rápido y antes de que quiera darme cuenta estaré de vuelta. Ahora mismo escribo desde la Tortuga, hoy es mi último sábado aquí, nos despedimos hasta la próxima, porque si algo está claro es que habrá próxima.

En todo este tiempo han pasado muchas cosas, hemos visitado sitios preciosos, conocido gente nueva, despedido a otros…ya os contaré a mi regreso. Dentro de tres días estaré dejando Piura, y viendo lo apretada que viene la semana estoy casi segura de que no publicaré, así que es un buen momento para echar la vista atrás y reflexionar.

Son muchas las vivencias de estos dos meses, todas me han enseñado o me han ayudado a recordar algo, pero de verdad que se hace difícil ponerlas por escrito porque todo aquí es tan distinto que necesita vivirse para comprenderlo. Tengo unas ganas terribles de teneros delante y poderos contar con todo lujo de detalles cada experiencia que estoy viviendo, eso será lo más cerca que os ponga de la realidad… Ojalá pudierais estar aquí y ver lo que ven mis ojos, oler lo que yo he olido, sentir el calor aplastándoos contra el piso, ojalá pudiera acercaros los atardeceres en la playa de Cenizo, las caras de los niños cuando jugamos con ellos en La Tortuga, los olores del paseo por el Mercado para ir de Manitos Trabajando a Manitos Creciendo, el viento de las 5 de la tarde en las ludotecas que hace que bajen de golpe los grados…Ojalá.

Bastan unos minutos para conectar con una persona, para encontrar un lugar, en cualquier parte del Mundo donde sentirse a gusto. Acá yo he encontrado muchas personas en las que apoyarme, de las que disfrutar, con las que hablar... No ha importado nada su edad, su procedencia, la forma en que viven. He charlado con presos, con artesanos, con familias en la cola del super, con ancianos, con maestras, con jóvenes, con artistas, con europeos, con latinoamericanos y diría que hasta con algún ser venido de otro planeta…

Seguramente para cada uno de ellos nuestros encuentros no hayan significado lo mismo que para mí, tal vez algunos me echen al olvido y otros me recuerden después de varios años, de la misma forma que me pasará a mí. Quizá haya personas con las que en el momento no haya conectado, pero tal vez con el tiempo recuerde palabras, momentos o historias que les hagan cobrar sentido dentro de mi vida. Ahora sé que muchas de las cosas que nos pasan son diferentes según el momento en que nos encontremos, que cada persona vive la misma experiencia de diferente forma porque lleva consigo su historia. Puedes cruzarte con alguien que tenga una vida totalmente diferente a la tuya, ideas contrarias, que este pasando un momento de alegría mientras tu pasas uno de tristeza, y ninguna de estas cosas supone un impedimento para conocerse, acercarse, compartir intereses, ambiciones, objetivos, sueños…

Perú me ha ayudado a reírme más, a relajarme con los contratiempos, a tener paciencia (porque aquí no queda otra), he tenido  la suerte de poder dedicar parte de mi tiempo a sentarme a escuchar y que me escuchen, he llegado a sentirme tan cómoda con algunas personas que he podido hablar sin pelos en la lengua, he intercambiado ideas sobre costumbres, historia, formas de vida, sin miedo a ofender, he podido ser directa y clara, ser la misma que soy en España, y creedme eso aquí es una suerte. Me he sorprendido a mi misma sonriendo en situaciones que me hubieran sacado de quicio normalmente, me he visto llorando sin miedo a dejar de ser fuerte un rato porque me he sentido protegida.

No voy a mentir, también me he decepcionado a veces, o me he chocado de bruces con la realidad, he encontrado obstáculos que me han hecho enfadarme, sentirme cansada, echar de menos mi vida allí. Sin embargo el balance es positivo y entiendo estos momentos como parte de mi aprendizaje o como anécdotas con las que reírme.

Pronto empezarán las despedidas, o más bien mis despedidas, porque acá las despedidas están a la orden del día, llegan y se marchan personas casí cada día. Ya despedimos a Heidi, ya despedimos a Betsy, ya despedimos a Kimberly…la diferencia es que está vez la que se va soy yo. Una parte de mí se muere por volver, por ver a quienes me esperan, por compartir lo vivido; la otra querría alargar esto, quedarse, hacer más, vivir más… así una parte se marcha con muchas cosas nuevas y la otra se queda con las personas conocidas, los lugares visitados. Todo es como debe ser, hago un pedacito más de mí misma, para dejarlo aquí, para echar de menos en otro lugar más, con la intención de volver y la intención de crecer, sabiendo que lo que ha pasado aquí ya nunca más volverá a pasar y por eso es especial, que cada minuto es único y como tal hay que vivirlo.







domingo, 27 de octubre de 2013

Balance en el ecuador

Justo hoy se cumple un mes de mi salida de España, del comienzo de la aventura, y en poco más de un mes estaré allí otra vez. Si miro hacia atrás me parece que ha sido largo y lento, pero si miro hacia delante me parece que no me da tiempo a hacer todo lo que quiero hacer antes de marcharme…será porque el pasado dura para siempre y el presente sólo un segundo.

Es momento de ver lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo, lo chévere y lo latoso… No os voy a mentir, estar lejos de casa es duro, y cuando hablo de casa no me refiero sólo al sitio donde vivimos, con su agua caliente, su lavadora, su vitrocerámica, con tu madre que, reconozcámoslo, hace muchas cosas que son una pesadez de hacer y unas comidas riquísimas como no hay en el mundo… Me refiero al sitio en el que te sientes a gusto y sobre todo a la gente, a tu gente. Se me vienen un par de cosas a la cabeza, la primera un pasaje de la película de Martín Hache…


“Uno se siente parte de muy poca gente, tu país son tus amigos y eso si se extraña”, y yo os extraño a todos vosotros, mucho, porque a veces uno necesita reírse con esa persona, o discutir con tal otra, contarle un problema a alguien cercano o simplemente encontrarse con una cara conocida. Afortunadamente (y en esto seguro que mi abuela está de acuerdo), tenemos un montón de formas de estar en contacto, que me ayudan a sentirme más cerca y hacen posible que me sienta arropada cuando algo me cuesta o me siento cansada. Así que, gracias, por vigilar que todo vaya bien en la distancia y por todos los empujoncitos de ánimo que unos y otros me habéis dado en este mes.

La segunda es una frase de una canción de Chojín: “Tu casa está donde te sientes contento”, por eso mi casa está allí, pero también aquí. Porque hay gente maravillosa, que se preocupa por mí, me cuida, me ayuda y hace todo lo que puede para que esté a gusto. Lo triste de esto es que siempre estás lejos de alguna de las personas que te importan, lo bonito es que allá donde vas encuentras una mano amiga.

Conocer otro país, otra cultura, otra escala de valores, otras creencias, otras formas de vida…es una suerte increíble, no sólo porque te hace valorar lo que tienes, sino también porque aprendes a valorar lo que otros tienen, a quererlo, a hacerlo un poquito tuyo y a dejar un poquito de ti.

Fuera de todo sistema de gobierno, de toda creencia política o religiosa, fuera de todo interés económico y aún así dentro del Mundo, hay lo más increíble y valioso, gente queriendo conocerse, queriendo crecer con los otros, queriendo intercambiar, socializar,  compartir, convivir, aprender, enseñar, y eso es lo que hace que la Tierra siga girando y la gente siga creyendo.



sábado, 26 de octubre de 2013

Viaje al interior.

A veces hace falta irse lejos para darse cuenta de las cosas que están cerca, a veces hace falta echar de menos para saber lo que se tiene, a veces necesitamos que nos duela para entender y a veces nos duele y no entendemos por qué.

¿Qué es la libertad? ¿Por qué soy libre? ¿En qué soy libre? ¿Soy libre?

La visita a la prisión de Rio Seco saco a flote, una vez más, estas y otras muchas preguntas. Me hubiera gustado contaros la experiencia con los sentimientos a flor de piel, pero fue algo tan intenso, tan fuerte, tan importante para mí, que preferí guardarme las sensaciones, disfrutarlas y sufrirlas sola, dejar que hicieran su trabajo. Cuando estoy triste, o preocupada, o tengo un conflicto, una decisión que tomar, escribir suele ayudarme mucho a aclarar la mente, a liberarme, a encontrar respuestas; por eso esta vez no lo he hecho con la intención de alargar lo que sentí lo máximo posible y que no se me olvidara en mucho tiempo.

Casi una semana más tarde, más templada, puedo y quiero contaros cómo fue. El lunes, más o menos a las diez y media de la mañana y después de un largo proceso de identificación, de ponernos tres sellos, cachearnos y revisar nuestras bolsas y mochilas, entramos en la cárcel. En mi caso sin ninguna pretensión, sin esperar nada en particular de la experiencia, dicho de manera informal “sin más”. A lo mejor porque no conocía con exactitud qué iba a hacer allí, ni que me iba a encontrar o por pura inconsciencia, o quiero pensar que por humanidad, llegué allí sin prejuicios, sin miedo y muy tranquila.

Las actividades se realizaron en un pabellón de la penal destinado a los chicos (es una cárcel masculina) de entre 18 y 25 años que muestran buen comportamiento y que han cometido delitos menores (No me preguntéis cuáles son los delitos menores porque no lo sé). El día estaba dedicado al “Adulto Mayor”, por esta razón, cuando llegamos, nos esperaban en el patio un grupo de ciento treinta hombres entre los que había jóvenes y ancianos. Los primeros habían preparado una serie de actuaciones para divertir y compartir con los segundos, y nosotros habíamos sido invitados con el fin de preparar algunos juegos en los que ambos grupos pudieran cooperar y relacionarse.

Del cómo salió la actividad tengo felicitaciones y críticas, pero realmente no lo considero importante en esta ocasión. Del cómo viví yo la experiencia a nivel totalmente personal es de lo que me gustaría hablaros.  Evidentemente, en un primer momento ver rejas y tapias a tu alrededor, caminar por un pasillo rodeado de celdas o encontrarte con un policía cada dos pasos impacta, pero el tiempo corre y no habíamos pasado todos los controles del mundo mundial para quedarnos de brazos cruzados, era una situación nueva y había que aprovechar. Así que me senté entre los chicos al poco de llegar, y no mucho tiempo después ellos comenzaron a hablarme, a hacerme preguntas sobre mí, mi estancia en Piura, mi país, mi opinión sobre el Perú y otras tantas cosas. Tan interesante y natural fue la conversación que prácticamente me olvidé de donde estaba, o más bien de lo que se supone que se debe y no se debe hablar con personas que están en su situación. Hablamos de todo, sin trapujos, sin ofensas, con respeto…fue como conocer a cualquiera de mis amigos, como pasar un rato con cualquier persona de mi edad: compartir inquietudes, miedos, sueños, preocupaciones, etc. Cuando la mañana terminó me sentí muy muy triste, porque supe que, con toda probabilidad, no iba a volver a ver a esas personas a las que había conocido, nunca iba a poder salir con ellos a tomar café o a bailar, nunca íbamos a escribirnos para contarnos un problema, y de golpe entendí la situación que vivían, lo que puede que sientan. Y entendí que, cuando una persona pierde su libertad está perdiendo mucho más que la posibilidad de salir a dar un paseo o al cine, está perdiendo lo más importante del ser humano, la posibilidad de decidir, de decidir dónde estar, con quién compartir su tiempo, a quién conocer, qué lugares visitar…y de verdad que es durísimo imaginarse cómo una persona de 20, 22, 23 años puede vivir sin eso.

No por esto fue una experiencia menos enriquecedora, de hecho fue una de las más hasta el momento; y tampoco fue una vivencia desagradable, todo lo contrario, me reí, me sentí cerca de ellos, me ayudó a reflexionar y a creer un poco más fuerte en la educación como posible forma de evitar que haya personas que tengan que verse en esa situación y disfruté de una preciosa mañana al Sol que seguramente no olvidaré.

Otra experiencia positiva de esta semana ha sido la formación con los monitores de las ludotecas que tan ocupada y nerviosa me tenía. Por cómo yo me sentí y por los comentarios de los compañeros, diría que salió muy bien. Creo que fue entretenida y que nos ayudó a extraer claves que pueden sernos útiles en el momento de trabajar con los niños. Aunque, para ser sincera hay algo que aún me preocupa. Noto que hay interés por parte de los monitores y monitoras (unos más y otros menos, como en todo), pero me queda la duda de si realmente ven la formación como algo aplicable o únicamente lo ven cómo una posibilidad pero prefieren mantenerse en la “comodidad” de hacerlo como lo han hecho siempre. Supongo que hay que darle tiempo al cambio.


Individualmente me he propuesto algunos retos, pequeños, pero asequibles desde mi punto de vista. José es un niño de 4 años que viene a “Manitos Trabajando”, aún no sabe leer ni escribir, pero ya conoce la letra “A”, en realidad lleva tres semanas con la letra “A”. “Manitos Trabajando” no es un colegio, así que es lógico que el ritmo de avance vaya en función de la disponibilidad de las Misses que trabajan allí, el problema es que José no va al colegio y por tanto es probable que tarde en aprender la próxima letra. Sin embargo, con pasar un poquito de tiempo con él, me he dado cuenta de su enorme capacidad de aprendizaje, y puesto que estoy aquí para intentar dar algo de mí, me he propuesto ayudar a José a avanzar en el tema de la lecto-escritura. Ojalá pueda ayudarle, para mí ya sería haber conseguido mucho.


Hoy, sábado, hemos pasado el día en la Tortuga. Hemos madrugado bastante para pasar allí toda la mañana conociendo la zona con nuestra coordinadora, que vive enamorada del pueblito y está encantada de enseñárnoslo todo. Ha sido un día diferente, tranquilo, en el que he podido hacer un montón de fotos (que me encanta) y relajarme disfrutando de unas playas increíbles. 

Os dejo alguna foto y un montón de besos.







domingo, 20 de octubre de 2013

Contra o con el reloj

Otra semana más. Aquí el tiempo tiene dos ritmos, las semanas pasan muy rápido, cuando quieres darte cuenta ya es lunes otra vez. Los días sin embargo son lentos, parece que duraran el doble de horas (y eso que se hace de noche más pronto que tarde), será por la ausencia de obligaciones, porque todo lo que hacemos lo hacemos porque queremos, será por el biorritmo de los peruanos que nada tiene que ver con el nuestro… Resulta complicado adaptarse a esa manera tan peculiar de tomarse  la vida, como si no hubiera prisa para nada, como si el reloj no avanzara. Siempre están haciendo algo, no es que dejen las cosas para mañana, pero las manillas no les aprietan el cuello, no sé como lo consiguen…

Quizá por esto, quizá por la inexperiencia o quién sabe por qué, me está costando organizarme aquí, pero por fin he entendido que lo que realmente necesito es pasar a la acción, dejar de esperar a que me digan que hacer y empezar a proponer, moverme, entregarme, antes de que los dos meses se me hayan escapado como agua entre los dedos, así que en marcha…

Este lunes es el primero de los cuatro que vamos a dedicar a la formación de los monitores de las ludotecas de Los Ángeles y Castilla. Inés, la coordinadora del proyecto “Manitos Jugando” nos pidió que compartiéramos con ellos lo que sabemos, nunca hemos formado adultos ni nos han preparado para ello, pero hemos venido aquí para dar y recibir, y no queremos perder esta oportunidad, así que en cuanto nos lo ofrecieron nos pusimos manos a la obra. Hemos dedicado parte de la semana a preparar el programa de las cuatro sesiones, y no ha sido trabajo fácil (de pronto el trabajo de los profesores de la universidad me parece más duro) y es que cuando uno tiene mucho que decir, no sabe por dónde empezar. Nos han ayudado mucho tres cosas: la primera, observar, pararnos a mirar a nuestro alrededor en las ludotecas para poder ver desde una posición privilegiada qué se estaba haciendo bien, qué funcionaba, qué fallaba, en qué se podía mejorar; la segunda, escuchar las demandas de las personas con quienes vamos a compartir, y es que nadie mejor que quien vive la situación en primera persona para decir qué necesita, qué echa en falta y en qué se siente más desorientado; y por último las indicaciones de Roberto desde España, que además de animarnos fueron la chispa que necesitábamos para comenzar a darle forma a nuestras ideas.

Después de todo esto pasamos a preguntarnos, qué podíamos hacer nosotros con lo que sabemos para ayudar. Pusimos en papel y ordenamos, observaciones, demandas y anotaciones, surgiendo así un borrador de las cuatro sesiones. La decisión final ha sido crear un espacio en el que poner en común experiencias y conocimientos de unos y otros con el fin de mejorar en nuestras funciones (en las ludotecas y fuera de ellas), por eso el programa irá variando en función de los intereses e inquietudes del equipo de trabajo que ahora formamos. Estoy nerviosa con esta nueva tarea, pero también muy ilusionada, espero, que salga bien y nos sirva para enriquecernos unos a otros, ya os iré contando, de momento deseadme suerte.

Para el martes el plan es acompañar a los chicos y chicas de “Manitos Creciendo” a la cárcel, donde Canat colabora. De vez en cuando se organizan visitas en la que los adolescentes de Manitos y los adolescentes internos pasan juntos la mañana y comparten juegos y talleres.

Y, ¿Qué hemos hecho toda esta semana? Las mañanas, como ya sabéis, las paso en “Manitos Trabajando”, en principio allí todo es más o menos igual cada día, pero a ojos de alguien que está con todas las puertas abiertas y que viene de un lugar completamente distinto, siempre hay cosas que decir.

El miércoles viví una situación un poco complicada y es que una de las niñas comenzó a preguntarme sobre mis creencias. Perú es un país en el que la religión está muy arraigada, en las escuelas, en la calle, en las familias… Yo no quería dejar de responder, pero tampoco me sentía cómoda como para hablar abiertamente de asuntos que allí son habituales pero que aquí no tienen lugar… Si la conversación hubiera sido con un adulto y en circunstancias diferentes sin ninguna  duda hubiera terminado en un enfrentamiento de ideas, interesante seguro. No pudo ser así, pero igualmente fue interesante (aunque también incómoda) porque pude ver cómo vive y entiende una niña la religión aquí y me sirvió para darle sentido a muchas cosas.

También me ha llamado la atención el concepto de igualdad que se tiene y se trabaja. Pronto habrá unas jornadas por la igualdad de género con los niños y niñas y sus familias. Para recordárselo, en lugar de darles una nota informativa, desde Manitos se les ha entregado una invitación ilustrada, diferente para niños y niñas. No me siento capaz de guardarme mi opinión, este es solo uno de los gestos que son frecuentes aquí y que resultan incoherentes. Es evidente que las intenciones son las mejores, que se es consciente de que no existe igualdad entre hombres y mujeres, y que se están tratando de poner los medios para cambiar este hecho, pero también se hace obvio el hecho de que no son conscientes de hasta qué punto llega la desigualdad y qué tipo de situaciones y actitudes la provocan.

Y yo, después de darme cuenta de esto, qué hago. No voy a acelerar el ritmo de comprensión de todo un país en un tema tan complejo e importante como es la igualdad por decir algo al respecto, pero tampoco sé si está bien que me calle,  quizá hagan lo que hacen porque nadie les ha dicho que hay otra forma de hacerlo (y ojo, que en España también nos queda camino por andar). Aún no he resuelto el dilema y como sé que quiénes me leéis tendréis una opinión al respecto, os invito a compartirla y así ayudarme.

A parte de la formación para monitores, el segundo compromiso que me he propuesto es El Aula de la Mar, la ludoteca de la Tortuga. El problema allí es que no hay una persona fija que coordine a los que vamos pasando, las consecuencias son que no existen rutinas, normas, programación, orden… Aún estamos viendo qué podemos hacer para cambiar esto, lo ideal sería implicar a alguien de la zona para que pudiera quedarse a la cabeza del proyecto, pero no es fácil. Por el momento hemos decidido organizar todo el material que hay (que es muchísimo) para saber de qué se dispone y programar con más facilidad. Para que ese orden pueda mantenerse después de que nos marchemos estamos rotulando toda la sala de materiales, elaborando un inventario y hemos pensado dejar unas pequeñas pautas de uso del material pegadas en la pared…

Pero no creáis que todo es trabajo para los demás, también hay tiempo para el trabajo con uno mismo y para el ocio. El martes celebramos el cumpleaños de Gabi con una cena internacional (cada voluntario llevó un plato típico de su país) y música de “Cadillac Sesentainueve”, la banda de la que ya os he hablado. Aproveché la ocasión para engañar al percusionista de la banda y que me dé unas clases de cajón que complementen a las que ya recibo en Manitos, me he animado con las danzas tradicionales peruanas y voy a las clases con los niños, si tengo tiempo esta semana me acercaré a entrenar con el equipo de vóley de la universidad y me estoy pensando si empezar a aprender a tocar la zampoña…No os extrañéis si no publico, para poder contaros lo que vivo, antes tengo que vivirlo, al máximo.

domingo, 13 de octubre de 2013

Razones

Hoy actualizo no porque tenga mucho que decir, más bien porque me apetece compartir algunas fotos con vosotros, que para mí son un reflejo de la parte bonita de lo que estamos viviendo aquí, que es la que nos da fuerzas para querer seguir con esto.

El viernes llevamos a los niños de las ludotecas de los Ángeles y Castilla al cine y a comer helado, el sábado preparamos juegos con agua (de mar) para los niños de la Tortuga, ojalá os llegue un poquito de la alegría que nos regalan…









jueves, 10 de octubre de 2013

Caperucita sólo tiene dieciséis...

Una semana desde que llegamos a Piura, algunos ya me estaréis poniendo la falta porque no escribo (y hacéis bien, eso es que me echáis de menos). Tengo que decir que no ha sido porque si, aquí los estímulos, las experiencias, las sorpresas, las novedades, los desencantos, se reciben a cada minuto y por muchas palabras que yo utilizara, nunca serían bastantes para  abarcar lo que estoy viviendo. Por otra parte, muchas de las cosas que veo son impactantes y provocan sentimientos fuertes en mi, por eso he preferido dejar que pasara algo de tiempo que me permitiera racionalizar las sensaciones y dar una visión un poco más objetiva (no mucho más, si me conocéis sabéis que lo que siento hacia las cosas es un elemento importante en mi forma de contarlas) de todo lo que estoy encontrándome.

Como ya comenté, toda esta semana ha servido para tomar un primer contacto con cada uno de los proyectos que Canat lleva a cabo, y ahora sí, ha empezado de verdad el trabajo, el no parar.Un poco antes de las ocho ya estoy en pie, ducha (rápida, porque aquí el agua caliente es una leyenda y a las ocho de la mañana se corta hasta la respiración con esas temperaturas), desayuno y mototaxi hasta “Manitos Trabajando”. La mototaxi me encanta, no es lo más seguro del mundo, en el invierno segoviano no tendría ningún futuro, pero aquí es uno de mis momentos favoritos del día, el airecito te da en la cara, te sientes más cerca de la calle y además es más barato. 

Cuando llegamos a “Manitos”, nos repartimos por las aulas atendiendo al plan semanal, los martes me toca ayudar en la cocina, el resto de los días estoy con los niños. Las primeras horas de la mañana se dedican a dar apoyo con las tareas del cole y reforzar aquellos conocimientos que les cuestan más. Después, dependiendo del día y el grupo, hay diferentes actividades, a algunas me uno, en otras me quedo al margen y aprovecho para observar, así también aprendo mucho sobre el funcionamiento del grupo, de la propia organización, sobre el país, sobre cada uno de los niños y niñas, sus gustos, sus preferencias, la forma de tratarlos…
Hasta ahora, la actividad con la que más he disfrutado y la que repetiré seguro es “Cajón Peruano”, aprendemos (los niños y yo) un poco más sobre la tradición y cultura del país, además es música, que siempre es una maravilla y es percusión que me encanta.

Después de las actividades los niños se duchan y van a almorzar (comer), seguramente esto suene sin importancia, pero sí la tiene, puesto que se están cubriendo dos de las necesidades básicas de los niños y niñas, y es que, cuando llevas aquí unos días te das cuenta de que muchos de ellos no comen prácticamente nada más a lo largo del día y sí no fuera por las personas que trabajan en “Manitos” a lo mejor nadie se preocuparía por su higiene. Así que, estas son dos de las grandes labores que Canat hace para mí con los niños de este proyecto.

Por las tardes vamos a las ludotecas del proyecto “Manitos Jugando”, dentro del proyecto como tal hay dos, la Ludoteca de Castilla y la de Ángeles. Ambos son asentamientos humanos en el extrarradio de la ciudad de Piura, familias venidas de la zona de sierra y familias jóvenes que han ocupado las afueras en busca de un lugar en el que prosperar. Las condiciones en las que viven no cumplen en ninguno de los dos casos con lo que yo describiría como “vivienda digna”, no tienen agua corriente, las condiciones de higiene no son las mejores, todo el suelo de los barrios es de arena, que con el aire se vuelve mucho más que un incordio para respirar, y en las calles (caminos) en las que juegan los niños puedes encontrarte de todo (cuchillos, discos de la radial, alambres, plásticos…)

La intención de “Manitos Jugando” es darles a los niños algo tan importante como el derecho de serlo, el derecho a jugar, a imaginar, a divertirse. Muchos de los niños y sobre todo de las niñas tienen tan asumidas ciertas responsabilidades (sus hermanos pequeños, el cuidado de sus casas) que resulta difícil sacarles de los mundos que les han sido impuestos para que vuelvan al que les corresponde por edad.
Cada una de las ludotecas tiene sus particularidades, en el caso de Los Ángeles el grupo es algo más revoltoso por las situaciones que tienen en casa algunos de los niños cuya consecuencia es una enorme necesidad de atención que manifiestan a través de comportamientos inadecuados. Pero la ludoteca hasta ahora más complicada sin ninguna duda es “El aula de la mar” en La Tortuga, un pueblo pesquero al que vamos los sábados y en el que a los niños les cuesta acordarse de que son niños, y a sus padres mucho más.

“El aula de la mar” no está integrada dentro del proyecto de Canat de la misma forma que las otras ludotecas que cuentan con dos sesiones semanales, una programación mensual, actividades con las familias, actividades de integración, un equipo fijo de monitores, etc. En el caso de La Tortuga, digamos que recae fundamentalmente sobre los hombros de Gaby (la directora de Canat), dos mujeres mallorquinas que son fundadoras de la ludoteca y los voluntarios que asisten cada fin de semana. Tenemos la intención de darle un buen empujón a este proyecto ya que es un lugar donde realmente se necesita, de momento este fin de semana vamos a tratar de organizar los materiales que hay allí y tenemos previsto organizar semanalmente la programación entre un grupo de voluntarios, ya os contaré cómo van transcurriendo las cosas.

Para terminar quiero compartir con todos la tarde de hoy en la Ludoteca de Castilla en la que hemos tenido “Jornada de Tarde con las Familias”. Esto supone que, además de los niños, están invitados a venir los padres y madres. El grupo de niños ha sido muy numeroso, el de madres (padres ninguno) no tanto, además nos han acompañado Gaby, Apolonia (una de las fundadoras de “El aula de la mar”), Juan (Un cura de Ávila que lleva 40 años en Perú y que tiene un espíritu joven y aventurero) y la dueña del lugar en el que está instalada la ludoteca y que forma parte de su propia casa. El tema de la jornada era “El cuidado de la Comunidad”, los niños y sus madres, en grupos han elaborado un mural en el que representaban cómo es su comunidad, más tarde han elaborado un segundo mural en el que se explicaba cómo les gustaría que fuera.

La actividad ha sido muy bonita y reveladora. Cuando se les ha dado la oportunidad de soñar, de imaginar cómo desearían que fuera el lugar en el que viven, no han soñado con parques de atracciones, ni videojuegos, han soñado con desagües, con agua corriente, con alumbrado público, con un colegio… creo que no hay mucho que decir. 

Las madres, al preguntarles qué podían hacer para qué esos sueños fueran algo más, se han comprometido a movilizarse para buscar mejoras en su barrio…uno nunca sabe cuánto de fuertes son los sueños, pero hoy hemos tenido la suerte de ver que si se sueña con fuerza y se cree en lo que se sueña, al final llega: Una de las madres ha invitado a todo el equipo de monitores y todas las madres a asistir a la inauguración de su nueva casa. Una casa que ha sido construida por la propia familia y por varios voluntarios que han ido pasando por aquí y que hoy por fin está terminada. La emoción de Aurora (que así se llama) al compartir con todos nosotros ese momento en el que Juan (y todos con él) ha dado la bendición a su nuevo hogar, en el que explicaba como la bendición está en lo que se ha hecho con trabajo y con cariño, ha sido increíble… Nos ha invitado a cenar, a todos, nos ha dado las gracias y entre lágrimas ha dicho que su casa es nuestra casa…no os podéis imaginar lo que se siente cuando alguien que no te conoce de nada se siente agradecido con el mundo y lo comparte así contigo, cuando alguien te da la oportunidad de estar presente en el momento en que se cumplen sus sueños.

Seguimos aprendiendo.

(Mañana es el día Internacional de la niña, aquí es importante recordar cuáles son sus derechos. Cuando pienso en ellas, se me viene a la mente esta canción que he escuchado tantas veces y que tal vez nunca había tenido tanto sentido... )




miércoles, 2 de octubre de 2013

Cogiendo carrerilla

Después de cinco días, el cielo, el cielo de Piura,  el cielo que en Lima no se deja ver entre la polución.

Nuestra llegada ha sido ajetreada pero estupenda, ya estamos instalados definitivamente (o eso creo),  y digo creo porque, por increíble que parezca en menos de 24 horas ya hemos cambiado de casa. Ha sido más que nada por las referencias que nos han dado de nuestra primera anfitriona, pero bueno, esto tampoco es tan importante, la cuestión es que ya estamos instalados, hemos colocado todas nuestras cosas y a partir de ahí sólo nos queda adaptarnos, aprender y disfrutar.
De esto último anoche ya hubo un anticipo, Gaby, la coordinadora de Canat (aprovecho y os dejo el enlace para que conozcáis de una forma más oficial los proyectos que tienen, su forma de trabajar, etc. http://www.canatperu.com/), organizó una cena en su casa con todos los voluntarios de la fundación, conocí a un montón de chicos y chicas de diferentes sitios, todos ellos (Gaby incluida) encantadores en nuestro primer contacto, cenamos (yo no, porque estaba mala) y después compartimos un rato, charlamos, resolvimos dudas… y de fondo, música en directo de la banda que forman tres de los chicos. Tocan  estupendamente y saben mucho de música española, con deciros que conocen Extremoduro… muchas de las canciones que tocaron me eran conocidas y de alguna  forma eso me ayudó a sentirme más cerca de casa.

Esta mañana, por fin, ¡los niños! Hemos conocido “Manitos trabajando”, uno de los tres principales proyectos de Canat, que trabaja con niños de entre siete y dieciséis años. Aquí hay dos turnos escolares, el de mañana y el de tarde, los niños están en “Manitos trabajando” la mitad del día en la que no tienen clase, allí les ayudan con sus tareas, y les dan formación complementaria: música, cajón, danza, deportes, desarrollo personal, etc.  Después de conocer a las distintas Misses (que así llaman aquí a las maestras, así que ya sabéis…yo Miss) y a los alumnos de las tres aulas (7 a 9, 10 a 13 y 14 a 16 años), hemos pasado un rato con los alumnos más mayores mientras recibían un taller de desarrollo personal en relación con la sexualidad.
Me ha sorprendido que se diera formación de este tipo a los chicos y chicas, pensaba que aquí, en Perú, serían más reacios a hablar abiertamente de este tema y que socialmente no estaría muy bien visto. Me he dado cuenta de que mi visión del país cambiará mucho en los próximos dos meses, seguro que esta es sólo una de las muchas veces que me sorprenda, para bien y para mal.
En lo que al taller se refiere, se han dicho muchas cosas con las que estoy de acuerdo y otras tantas con las que no, pero me parece fenomenal que se les haga saber cuáles son sus derechos con respecto a la sexualidad, que están protegidos por la ley, etc. Ya que todo esto ayuda desde mi punto de vista a formar una sociedad más responsable, más saludable y más feliz. Aún queda mucho por hacer para que un tema tan importante como este forme parte fundamental de la educación de todos los jóvenes, aquí y allí.
Una de las chicas ha reflexionado dejándome con la boca abierta, y por las caras de algunos de sus compañeros, estaba poniendo en voz alta las preocupaciones de más de uno.


Durante toda esta semana conoceremos el resto de trabajos que realiza la fundación aquí, ludotecas en Castilla, Ángeles y La Tortuga y “Manitos Creciendo”, pronto os cuento algo más sobre ellos y en cuáles me quedo colaborando estos dos meses, mientras tanto y desde mi nueva cama…buenas noches, buenos días o buenas tardes, según en la parte del mundo en la que estéis.

Os dejo una de las canciones que nos recibió...


domingo, 29 de septiembre de 2013

Ciudad de contrastes

Ya son tres días en Lima y tanto por contar que faltan palabras. Todo es diferente aquí: la comida, los edificios, el tráfico, la gente…

Por empezar por algo, el tráfico, que es, loco, anárquico, selvático; es el ejemplo más claro que he conocido de que “las reglas están para saltárselas” y es que no dejan ni una. Los carriles no son los que están pintados, sino los coches que caben en el ancho de la calzada (incluyéndose en ocasiones la acera), las señales, que son todas amarillas y rellenas con un texto en letras negras según la necesidad, son decorativas, el número de personas que montan en un coche se decide en función de lo que estás ocupen y de los autobuses no hablemos (aunque bien merecen un apartado sólo para ellos, y de hecho, el único en el que he montado “Urbanito”, lo tendrá.) En Lima, tan importante como tener ruedas es tener claxon, sin el no eres nadie aquí, es, de alguna manera tu seguro de vida cuando montas en el coche (algunos hasta tienen ese sonido tan peliculero, similar a la bocina de las ferias de allí).

La circulación es sin duda una de las cosas que más me han impresionado, Madrid, que antes me parecía una locura, ahora me parece un paseo. Pero si ha habido un protagonista de los últimos días ese es “Urbanito”, un autobús turístico, pequeño, antiquísimo, una latita con ruedas, como la mayoría de los que hay aquí. Desde esta reliquia hemos recorrido una parte bastante grande de Lima, haciendo algunas paradas en lugares emblemáticos. De todas ellas, “El Cristo Blanco” es la reina, situado en el distrito de Barranco (un distrito es similar a un barrio, pero descomunal y con su propio cuerpo de gobierno, aunque todos ellos están coordinados por la Municipalidad de Lima). Es una estatua de 37 metros de alto de un Cristo, colocada en lo alto de un cerro al que se accede por un caminucho de tierra, y sí, subimos hasta allí en “Urbanito”, toda una prueba de fe. Desde allí se veían las luces de Lima, interminables, infinitas, allí comencé a comprender que parte del caos que preside Lima es fruto de su inmensidad. También allí empecé a verle las dos caras a la capital peruana, el lujo y la pobreza, conviviendo en el mismo suelo. Hoteles impresionantes que con sus fachadas ocultaban casas de ladrillo visto inacabadas. Nos han explicado que, la mayoría de las casas están sin terminar porque los padres las empiezan pensando en que sus hijos, que vivirán con ellos, las acaben, pero la sociedad está cambiando y con toda probabilidad muchas de ellas no se terminarán.

Si ya el primer día conocí el contraste, no podéis imaginaros lo de hoy. Muy lejos del centro de la ciudad, cientos de personas viven en chabolas colocadas en las laderas de unas montañas en las que no hay ni un árbol, ni una planta, sólo roca. Pero si continuas avanzando aún más hacia las afueras, de pronto encuentras casas con todo tipo de lujos, todo en cuestión de dos, tres kilómetros. Me entristece pensar en que el ser humano sea capaz de vivir sin inmutarse de lo que pasa a su lado, que pueda meterse en su piscina a darse un baño mientras a menos de diez kilómetros hay casas sin agua corriente... Pero así somos. En realidad es difícil de imaginar cómo viven allí, si ni siquiera uno es capaz de explicarse de donde sale el aire para respirar, pero allí están, supervivencia pura. No pretendo que de lástima, eso no resuelve nada, sólo quiero que se sepa otra parte de la realidad de aquí.

La gente de acá (porque son de acá, no de aquí). Estoy teniendo la suerte y el gusto de poder conocer muy de cerca de una familia, está claro que no por conocerlos a ellos conozco a los peruanos, pero mi impresión hasta el momento es que son gente muy hospitalaria, abierta, activa (muchísimo), curiosa. He podido conversar sobre las cosas más banales, pero también sobre aspectos más trascendentes o comprometidos y eso me encanta, me hace sentir como se acercan las culturas, como nos enriquecemos los unos a los otros, como tratamos de entendernos, de escucharnos. No todo en el ser humano va a ser malo ¿no?

Hay muchísimas cosas más que podría contar, pero los detalles los dejo para la vuelta, ya estoy deseando sentarme a contaros cosas cerveza en mano, pero de momento para dejaros buen sabor de boca y terminar con la entrada de hoy…








jueves, 26 de septiembre de 2013

La cuenta atrás

Se ha hecho larga la espera, los últimos cinco días han sido como tres semanas, con muchísimas cosas por hacer, papeleo, maletas, compras de última hora, ... Pero ya es el día, hoy es el día, nos marchamos.

Lo cierto es que, con todo lo largos que se han hecho los últimos días, al levantarme hoy he sentido que mi marcha estaba mucho más cerca de lo que podía asumir, y es que todo ha pasado muy rápido, no hace un mes todavía desde que sé mi destino y ya estoy con un pie allí. Yo creo que, en realidad, por mucho tiempo que se tenga, nunca se está preparado del todo, no alcanzamos a imaginar un cambio de ciudad, de país, de hogar, de compañía, de sociedad...mucho menos siendo la primera vez. Con todo y eso, no me siento nerviosa, y confieso que aún me quedan cosas por hacer antes de irme...así soy yo, "un desastre" dicen.

A nivel personal, el día de hoy está siendo complicado, mientras la mayoría dice adiós al verano y se mete en clase otra vez, yo alargo mi verano otros dos meses, pero me tocan despedidas un poco más difíciles, algunas para bastante tiempo, lo bueno de las despedidas es que traen consigo los reencuentros y estoy segura de que está despedida y su reencuentro merecen mucho la pena.



Pronto más...desde Perú.