Otra semana más. Aquí el tiempo
tiene dos ritmos, las semanas pasan muy rápido, cuando quieres darte cuenta ya
es lunes otra vez. Los días sin embargo son lentos, parece que duraran el doble
de horas (y eso que se hace de noche más pronto que tarde), será por la
ausencia de obligaciones, porque todo lo que hacemos lo hacemos porque
queremos, será por el biorritmo de los peruanos que nada tiene que ver con el
nuestro… Resulta complicado adaptarse a esa manera tan peculiar de tomarse la vida, como si no hubiera prisa para nada,
como si el reloj no avanzara. Siempre están haciendo algo, no es que dejen las
cosas para mañana, pero las manillas no les aprietan el cuello, no sé como lo
consiguen…
Quizá por esto, quizá por la
inexperiencia o quién sabe por qué, me está costando organizarme aquí, pero por
fin he entendido que lo que realmente necesito es pasar a la acción, dejar de
esperar a que me digan que hacer y empezar a proponer, moverme, entregarme,
antes de que los dos meses se me hayan escapado como agua entre los dedos, así
que en marcha…
Este lunes es el primero de los
cuatro que vamos a dedicar a la formación de los monitores de las ludotecas de
Los Ángeles y Castilla. Inés, la coordinadora del proyecto “Manitos Jugando”
nos pidió que compartiéramos con ellos lo que sabemos, nunca hemos formado
adultos ni nos han preparado para ello, pero hemos venido aquí para dar y
recibir, y no queremos perder esta oportunidad, así que en cuanto nos lo
ofrecieron nos pusimos manos a la obra. Hemos dedicado parte de la semana a
preparar el programa de las cuatro sesiones, y no ha sido trabajo fácil (de
pronto el trabajo de los profesores de la universidad me parece más duro) y es
que cuando uno tiene mucho que decir, no sabe por dónde empezar. Nos han
ayudado mucho tres cosas: la primera, observar, pararnos a mirar a nuestro
alrededor en las ludotecas para poder ver desde una posición privilegiada qué
se estaba haciendo bien, qué funcionaba, qué fallaba, en qué se podía mejorar;
la segunda, escuchar las demandas de las personas con quienes vamos a
compartir, y es que nadie mejor que quien vive la situación en primera persona
para decir qué necesita, qué echa en falta y en qué se siente más desorientado;
y por último las indicaciones de Roberto desde España, que además de animarnos
fueron la chispa que necesitábamos para comenzar a darle forma a nuestras
ideas.
Después de todo esto pasamos a
preguntarnos, qué podíamos hacer nosotros con lo que sabemos para ayudar.
Pusimos en papel y ordenamos, observaciones, demandas y anotaciones, surgiendo
así un borrador de las cuatro sesiones. La decisión final ha sido crear un
espacio en el que poner en común experiencias y conocimientos de unos y otros
con el fin de mejorar en nuestras funciones (en las ludotecas y fuera de
ellas), por eso el programa irá variando en función de los intereses e
inquietudes del equipo de trabajo que ahora formamos. Estoy nerviosa con esta
nueva tarea, pero también muy ilusionada, espero, que salga bien y nos sirva
para enriquecernos unos a otros, ya os iré contando, de momento deseadme
suerte.
Para el martes el plan es
acompañar a los chicos y chicas de “Manitos Creciendo” a la cárcel, donde Canat
colabora. De vez en cuando se organizan visitas en la que los adolescentes de
Manitos y los adolescentes internos pasan juntos la mañana y comparten juegos y
talleres.
Y, ¿Qué hemos hecho toda esta
semana? Las mañanas, como ya sabéis, las paso en “Manitos Trabajando”, en
principio allí todo es más o menos igual cada día, pero a ojos de alguien que
está con todas las puertas abiertas y que viene de un lugar completamente
distinto, siempre hay cosas que decir.
El miércoles viví una situación
un poco complicada y es que una de las niñas comenzó a preguntarme sobre mis
creencias. Perú es un país en el que la religión está muy arraigada, en las
escuelas, en la calle, en las familias… Yo no quería dejar de responder, pero
tampoco me sentía cómoda como para hablar abiertamente de asuntos que allí son
habituales pero que aquí no tienen lugar… Si la conversación hubiera sido con
un adulto y en circunstancias diferentes sin ninguna duda hubiera terminado en un enfrentamiento
de ideas, interesante seguro. No pudo ser así, pero igualmente fue interesante
(aunque también incómoda) porque pude ver cómo vive y entiende una niña la religión
aquí y me sirvió para darle sentido a muchas cosas.
También me ha llamado la
atención el concepto de igualdad que se tiene y se trabaja. Pronto habrá unas
jornadas por la igualdad de género con los niños y niñas y sus familias. Para
recordárselo, en lugar de darles una nota informativa, desde Manitos se les ha
entregado una invitación ilustrada, diferente para niños y niñas. No me siento
capaz de guardarme mi opinión, este es solo uno de los gestos que son
frecuentes aquí y que resultan incoherentes. Es evidente que las intenciones
son las mejores, que se es consciente de que no existe igualdad entre hombres y
mujeres, y que se están tratando de poner los medios para cambiar este hecho,
pero también se hace obvio el hecho de que no son conscientes de hasta qué
punto llega la desigualdad y qué tipo de situaciones y actitudes la provocan.
Y yo, después de darme cuenta de
esto, qué hago. No voy a acelerar el ritmo de comprensión de todo un país en un
tema tan complejo e importante como es la igualdad por decir algo al respecto,
pero tampoco sé si está bien que me calle,
quizá hagan lo que hacen porque nadie les ha dicho que hay otra forma de
hacerlo (y ojo, que en España también nos queda camino por andar). Aún no he
resuelto el dilema y como sé que quiénes me leéis tendréis una opinión al
respecto, os invito a compartirla y así ayudarme.
A parte de la formación para
monitores, el segundo compromiso que me he propuesto es El Aula de la Mar, la
ludoteca de la Tortuga. El problema allí es que no hay una persona fija que
coordine a los que vamos pasando, las consecuencias son que no existen rutinas,
normas, programación, orden… Aún estamos viendo qué podemos hacer para cambiar
esto, lo ideal sería implicar a alguien de la zona para que pudiera quedarse a
la cabeza del proyecto, pero no es fácil. Por el momento hemos decidido
organizar todo el material que hay (que es muchísimo) para saber de qué se
dispone y programar con más facilidad. Para que ese orden pueda mantenerse
después de que nos marchemos estamos rotulando toda la sala de materiales,
elaborando un inventario y hemos pensado dejar unas pequeñas pautas de uso del
material pegadas en la pared…
Pero no creáis que todo es
trabajo para los demás, también hay tiempo para el trabajo con uno mismo y para
el ocio. El martes celebramos el cumpleaños de Gabi con una cena internacional
(cada voluntario llevó un plato típico de su país) y música de “Cadillac
Sesentainueve”, la banda de la que ya os he hablado. Aproveché la ocasión para
engañar al percusionista de la banda y que me dé unas clases de cajón que
complementen a las que ya recibo en Manitos, me he animado con las danzas
tradicionales peruanas y voy a las clases con los niños, si tengo tiempo esta
semana me acercaré a entrenar con el equipo de vóley de la universidad y me
estoy pensando si empezar a aprender a tocar la zampoña…No os extrañéis si no
publico, para poder contaros lo que vivo, antes tengo que vivirlo, al máximo.
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