Dicen que la felicidad hay que compartirla...yo añado que también los aprendizajes, las penas, los miedos, las experiencias. Con la intención de compartir todas estas cosas durante mi estancia en Piura abro este blog que espero sirva para tranquilizar a los intranquilos, contagiar de ánimo a los desesperados y sobre todo abrir una ventana a otra realidad simultanea a la nuestra de la que con toda seguridad voy a aprender mucho, ojalá pueda transmitirlo aquí y a mi vuelta.
Justo hoy se cumple un mes de mi
salida de España, del comienzo de la aventura, y en poco más de un mes estaré
allí otra vez. Si miro hacia atrás me parece que ha sido largo y lento, pero si
miro hacia delante me parece que no me da tiempo a hacer todo lo que quiero
hacer antes de marcharme…será porque el pasado dura para siempre y el presente
sólo un segundo.
Es momento de ver lo bueno y lo
malo, lo bonito y lo feo, lo chévere y lo latoso… No os voy a mentir, estar
lejos de casa es duro, y cuando hablo de casa no me refiero sólo al sitio donde
vivimos, con su agua caliente, su lavadora, su vitrocerámica, con tu madre que,
reconozcámoslo, hace muchas cosas que son una pesadez de hacer y unas comidas
riquísimas como no hay en el mundo… Me refiero al sitio en el que te sientes a
gusto y sobre todo a la gente, a tu gente. Se me vienen un par de cosas a la
cabeza, la primera un pasaje de la película de Martín Hache…
“Uno se siente parte de muy poca
gente, tu país son tus amigos y eso si se extraña”, y yo os extraño a todos
vosotros, mucho, porque a veces uno necesita reírse con esa persona, o discutir
con tal otra, contarle un problema a alguien cercano o simplemente encontrarse
con una cara conocida. Afortunadamente (y en esto seguro que mi abuela está de
acuerdo), tenemos un montón de formas de estar en contacto, que me ayudan a
sentirme más cerca y hacen posible que me sienta arropada cuando algo me cuesta
o me siento cansada. Así que, gracias, por vigilar que todo vaya bien en la
distancia y por todos los empujoncitos de ánimo que unos y otros me habéis dado
en este mes.
La segunda es una frase de una
canción de Chojín: “Tu casa está donde te sientes contento”, por eso mi casa
está allí, pero también aquí. Porque hay gente maravillosa, que se preocupa por
mí, me cuida, me ayuda y hace todo lo que puede para que esté a gusto. Lo
triste de esto es que siempre estás lejos de alguna de las personas que te
importan, lo bonito es que allá donde vas encuentras una mano amiga.
Conocer otro país, otra cultura,
otra escala de valores, otras creencias, otras formas de vida…es una suerte
increíble, no sólo porque te hace valorar lo que tienes, sino también porque
aprendes a valorar lo que otros tienen, a quererlo, a hacerlo un poquito tuyo y
a dejar un poquito de ti.
Fuera de todo sistema de
gobierno, de toda creencia política o religiosa, fuera de todo interés
económico y aún así dentro del Mundo, hay lo más increíble y valioso, gente
queriendo conocerse, queriendo crecer con los otros, queriendo intercambiar,
socializar, compartir, convivir,
aprender, enseñar, y eso es lo que hace que la Tierra siga girando y la gente
siga creyendo.
A veces hace falta irse lejos
para darse cuenta de las cosas que están cerca, a veces hace falta echar de menos
para saber lo que se tiene, a veces necesitamos que nos duela para entender y a
veces nos duele y no entendemos por qué.
¿Qué es la libertad? ¿Por qué
soy libre? ¿En qué soy libre? ¿Soy libre?
La visita a la prisión de Rio
Seco saco a flote, una vez más, estas y otras muchas preguntas. Me hubiera
gustado contaros la experiencia con los sentimientos a flor de piel, pero fue
algo tan intenso, tan fuerte, tan importante para mí, que preferí guardarme las
sensaciones, disfrutarlas y sufrirlas sola, dejar que hicieran su trabajo.
Cuando estoy triste, o preocupada, o tengo un conflicto, una decisión que
tomar, escribir suele ayudarme mucho a aclarar la mente, a liberarme, a
encontrar respuestas; por eso esta vez no lo he hecho con la intención de
alargar lo que sentí lo máximo posible y que no se me olvidara en mucho tiempo.
Casi una semana más tarde, más
templada, puedo y quiero contaros cómo fue. El lunes, más o menos a las diez y
media de la mañana y después de un largo proceso de identificación, de ponernos
tres sellos, cachearnos y revisar nuestras bolsas y mochilas, entramos en la cárcel.
En mi caso sin ninguna pretensión, sin esperar nada en particular de la
experiencia, dicho de manera informal “sin más”. A lo mejor porque no conocía
con exactitud qué iba a hacer allí, ni que me iba a encontrar o por pura
inconsciencia, o quiero pensar que por humanidad, llegué allí sin prejuicios,
sin miedo y muy tranquila.
Las actividades se realizaron en
un pabellón de la penal destinado a los chicos (es una cárcel masculina) de
entre 18 y 25 años que muestran buen comportamiento y que han cometido delitos
menores (No me preguntéis cuáles son los delitos menores porque no lo sé). El
día estaba dedicado al “Adulto Mayor”, por esta razón, cuando llegamos, nos
esperaban en el patio un grupo de ciento treinta hombres entre los que había
jóvenes y ancianos. Los primeros habían preparado una serie de actuaciones para
divertir y compartir con los segundos, y nosotros habíamos sido invitados con
el fin de preparar algunos juegos en los que ambos grupos pudieran cooperar y
relacionarse.
Del cómo salió la actividad
tengo felicitaciones y críticas, pero realmente no lo considero importante en
esta ocasión. Del cómo viví yo la experiencia a nivel totalmente personal es de
lo que me gustaría hablaros. Evidentemente,
en un primer momento ver rejas y tapias a tu alrededor, caminar por un pasillo
rodeado de celdas o encontrarte con un policía cada dos pasos impacta, pero el
tiempo corre y no habíamos pasado todos los controles del mundo mundial para
quedarnos de brazos cruzados, era una situación nueva y había que aprovechar.
Así que me senté entre los chicos al poco de llegar, y no mucho tiempo después
ellos comenzaron a hablarme, a hacerme preguntas sobre mí, mi estancia en
Piura, mi país, mi opinión sobre el Perú y otras tantas cosas. Tan interesante
y natural fue la conversación que prácticamente me olvidé de donde estaba, o
más bien de lo que se supone que se debe y no se debe hablar con personas que
están en su situación. Hablamos de todo, sin trapujos, sin ofensas, con respeto…fue
como conocer a cualquiera de mis amigos, como pasar un rato con cualquier
persona de mi edad: compartir inquietudes, miedos, sueños, preocupaciones, etc.
Cuando la mañana terminó me sentí muy muy triste, porque supe que, con toda
probabilidad, no iba a volver a ver a esas personas a las que había conocido,
nunca iba a poder salir con ellos a tomar café o a bailar, nunca íbamos a
escribirnos para contarnos un problema, y de golpe entendí la situación que vivían,
lo que puede que sientan. Y entendí que, cuando una persona pierde su libertad
está perdiendo mucho más que la posibilidad de salir a dar un paseo o al cine, está
perdiendo lo más importante del ser humano, la posibilidad de decidir, de
decidir dónde estar, con quién compartir su tiempo, a quién conocer, qué
lugares visitar…y de verdad que es durísimo imaginarse cómo una persona de 20,
22, 23 años puede vivir sin eso.
No por esto fue una experiencia
menos enriquecedora, de hecho fue una de las más hasta el momento; y tampoco
fue una vivencia desagradable, todo lo contrario, me reí, me sentí cerca de
ellos, me ayudó a reflexionar y a creer un poco más fuerte en la educación como
posible forma de evitar que haya personas que tengan que verse en esa situación
y disfruté de una preciosa mañana al Sol que seguramente no olvidaré.
Otra experiencia positiva de
esta semana ha sido la formación con los monitores de las ludotecas que tan
ocupada y nerviosa me tenía. Por cómo yo me sentí y por los comentarios de los
compañeros, diría que salió muy bien. Creo que fue entretenida y que nos ayudó
a extraer claves que pueden sernos útiles en el momento de trabajar con los
niños. Aunque, para ser sincera hay algo que aún me preocupa. Noto que hay
interés por parte de los monitores y monitoras (unos más y otros menos, como en
todo), pero me queda la duda de si realmente ven la formación como algo
aplicable o únicamente lo ven cómo una posibilidad pero prefieren mantenerse en
la “comodidad” de hacerlo como lo han hecho siempre. Supongo que hay que darle
tiempo al cambio.
Individualmente me he propuesto
algunos retos, pequeños, pero asequibles desde mi punto de vista. José es un
niño de 4 años que viene a “Manitos Trabajando”, aún no sabe leer ni escribir,
pero ya conoce la letra “A”, en realidad lleva tres semanas con la letra “A”. “Manitos
Trabajando” no es un colegio, así que es lógico que el ritmo de avance vaya en
función de la disponibilidad de las Misses que trabajan allí, el problema es
que José no va al colegio y por tanto es probable que tarde en aprender la
próxima letra. Sin embargo, con pasar un poquito de tiempo con él, me he dado
cuenta de su enorme capacidad de aprendizaje, y puesto que estoy aquí para
intentar dar algo de mí, me he propuesto ayudar a José a avanzar en el tema de
la lecto-escritura. Ojalá pueda ayudarle, para mí ya sería haber conseguido
mucho.
Hoy, sábado, hemos pasado el día
en la Tortuga. Hemos madrugado bastante para pasar allí toda la mañana
conociendo la zona con nuestra coordinadora, que vive enamorada del pueblito y
está encantada de enseñárnoslo todo. Ha sido un día diferente, tranquilo, en el
que he podido hacer un montón de fotos (que me encanta) y relajarme disfrutando
de unas playas increíbles.
Otra semana más. Aquí el tiempo
tiene dos ritmos, las semanas pasan muy rápido, cuando quieres darte cuenta ya
es lunes otra vez. Los días sin embargo son lentos, parece que duraran el doble
de horas (y eso que se hace de noche más pronto que tarde), será por la
ausencia de obligaciones, porque todo lo que hacemos lo hacemos porque
queremos, será por el biorritmo de los peruanos que nada tiene que ver con el
nuestro… Resulta complicado adaptarse a esa manera tan peculiar de tomarse la vida, como si no hubiera prisa para nada,
como si el reloj no avanzara. Siempre están haciendo algo, no es que dejen las
cosas para mañana, pero las manillas no les aprietan el cuello, no sé como lo
consiguen…
Quizá por esto, quizá por la
inexperiencia o quién sabe por qué, me está costando organizarme aquí, pero por
fin he entendido que lo que realmente necesito es pasar a la acción, dejar de
esperar a que me digan que hacer y empezar a proponer, moverme, entregarme,
antes de que los dos meses se me hayan escapado como agua entre los dedos, así
que en marcha…
Este lunes es el primero de los
cuatro que vamos a dedicar a la formación de los monitores de las ludotecas de
Los Ángeles y Castilla. Inés, la coordinadora del proyecto “Manitos Jugando”
nos pidió que compartiéramos con ellos lo que sabemos, nunca hemos formado
adultos ni nos han preparado para ello, pero hemos venido aquí para dar y
recibir, y no queremos perder esta oportunidad, así que en cuanto nos lo
ofrecieron nos pusimos manos a la obra. Hemos dedicado parte de la semana a
preparar el programa de las cuatro sesiones, y no ha sido trabajo fácil (de
pronto el trabajo de los profesores de la universidad me parece más duro) y es
que cuando uno tiene mucho que decir, no sabe por dónde empezar. Nos han
ayudado mucho tres cosas: la primera, observar, pararnos a mirar a nuestro
alrededor en las ludotecas para poder ver desde una posición privilegiada qué
se estaba haciendo bien, qué funcionaba, qué fallaba, en qué se podía mejorar;
la segunda, escuchar las demandas de las personas con quienes vamos a
compartir, y es que nadie mejor que quien vive la situación en primera persona
para decir qué necesita, qué echa en falta y en qué se siente más desorientado;
y por último las indicaciones de Roberto desde España, que además de animarnos
fueron la chispa que necesitábamos para comenzar a darle forma a nuestras
ideas.
Después de todo esto pasamos a
preguntarnos, qué podíamos hacer nosotros con lo que sabemos para ayudar.
Pusimos en papel y ordenamos, observaciones, demandas y anotaciones, surgiendo
así un borrador de las cuatro sesiones. La decisión final ha sido crear un
espacio en el que poner en común experiencias y conocimientos de unos y otros
con el fin de mejorar en nuestras funciones (en las ludotecas y fuera de
ellas), por eso el programa irá variando en función de los intereses e
inquietudes del equipo de trabajo que ahora formamos. Estoy nerviosa con esta
nueva tarea, pero también muy ilusionada, espero, que salga bien y nos sirva
para enriquecernos unos a otros, ya os iré contando, de momento deseadme
suerte.
Para el martes el plan es
acompañar a los chicos y chicas de “Manitos Creciendo” a la cárcel, donde Canat
colabora. De vez en cuando se organizan visitas en la que los adolescentes de
Manitos y los adolescentes internos pasan juntos la mañana y comparten juegos y
talleres.
Y, ¿Qué hemos hecho toda esta
semana? Las mañanas, como ya sabéis, las paso en “Manitos Trabajando”, en
principio allí todo es más o menos igual cada día, pero a ojos de alguien que
está con todas las puertas abiertas y que viene de un lugar completamente
distinto, siempre hay cosas que decir.
El miércoles viví una situación
un poco complicada y es que una de las niñas comenzó a preguntarme sobre mis
creencias. Perú es un país en el que la religión está muy arraigada, en las
escuelas, en la calle, en las familias… Yo no quería dejar de responder, pero
tampoco me sentía cómoda como para hablar abiertamente de asuntos que allí son
habituales pero que aquí no tienen lugar… Si la conversación hubiera sido con
un adulto y en circunstancias diferentes sin ninguna duda hubiera terminado en un enfrentamiento
de ideas, interesante seguro. No pudo ser así, pero igualmente fue interesante
(aunque también incómoda) porque pude ver cómo vive y entiende una niña la religión
aquí y me sirvió para darle sentido a muchas cosas.
También me ha llamado la
atención el concepto de igualdad que se tiene y se trabaja. Pronto habrá unas
jornadas por la igualdad de género con los niños y niñas y sus familias. Para
recordárselo, en lugar de darles una nota informativa, desde Manitos se les ha
entregado una invitación ilustrada, diferente para niños y niñas. No me siento
capaz de guardarme mi opinión, este es solo uno de los gestos que son
frecuentes aquí y que resultan incoherentes. Es evidente que las intenciones
son las mejores, que se es consciente de que no existe igualdad entre hombres y
mujeres, y que se están tratando de poner los medios para cambiar este hecho,
pero también se hace obvio el hecho de que no son conscientes de hasta qué
punto llega la desigualdad y qué tipo de situaciones y actitudes la provocan.
Y yo, después de darme cuenta de
esto, qué hago. No voy a acelerar el ritmo de comprensión de todo un país en un
tema tan complejo e importante como es la igualdad por decir algo al respecto,
pero tampoco sé si está bien que me calle,
quizá hagan lo que hacen porque nadie les ha dicho que hay otra forma de
hacerlo (y ojo, que en España también nos queda camino por andar). Aún no he
resuelto el dilema y como sé que quiénes me leéis tendréis una opinión al
respecto, os invito a compartirla y así ayudarme.
A parte de la formación para
monitores, el segundo compromiso que me he propuesto es El Aula de la Mar, la
ludoteca de la Tortuga. El problema allí es que no hay una persona fija que
coordine a los que vamos pasando, las consecuencias son que no existen rutinas,
normas, programación, orden… Aún estamos viendo qué podemos hacer para cambiar
esto, lo ideal sería implicar a alguien de la zona para que pudiera quedarse a
la cabeza del proyecto, pero no es fácil. Por el momento hemos decidido
organizar todo el material que hay (que es muchísimo) para saber de qué se
dispone y programar con más facilidad. Para que ese orden pueda mantenerse
después de que nos marchemos estamos rotulando toda la sala de materiales,
elaborando un inventario y hemos pensado dejar unas pequeñas pautas de uso del
material pegadas en la pared…
Pero no creáis que todo es
trabajo para los demás, también hay tiempo para el trabajo con uno mismo y para
el ocio. El martes celebramos el cumpleaños de Gabi con una cena internacional
(cada voluntario llevó un plato típico de su país) y música de “Cadillac
Sesentainueve”, la banda de la que ya os he hablado. Aproveché la ocasión para
engañar al percusionista de la banda y que me dé unas clases de cajón que
complementen a las que ya recibo en Manitos, me he animado con las danzas
tradicionales peruanas y voy a las clases con los niños, si tengo tiempo esta
semana me acercaré a entrenar con el equipo de vóley de la universidad y me
estoy pensando si empezar a aprender a tocar la zampoña…No os extrañéis si no
publico, para poder contaros lo que vivo, antes tengo que vivirlo, al máximo.
Hoy actualizo no porque tenga
mucho que decir, más bien porque me apetece compartir algunas fotos con
vosotros, que para mí son un reflejo de la parte bonita de lo que estamos
viviendo aquí, que es la que nos da fuerzas para querer seguir con esto.
El viernes llevamos a los niños
de las ludotecas de los Ángeles y Castilla al cine y a comer helado, el sábado
preparamos juegos con agua (de mar) para los niños de la Tortuga, ojalá os
llegue un poquito de la alegría que nos regalan…
Una semana desde que llegamos a
Piura, algunos ya me estaréis poniendo la falta porque no escribo (y hacéis
bien, eso es que me echáis de menos). Tengo que decir que no ha sido porque si,
aquí los estímulos, las experiencias, las sorpresas, las novedades, los
desencantos, se reciben a cada minuto y por muchas palabras que yo utilizara,
nunca serían bastantes para abarcar lo
que estoy viviendo. Por otra parte, muchas de las cosas que veo son impactantes
y provocan sentimientos fuertes en mi, por eso he preferido dejar que pasara
algo de tiempo que me permitiera racionalizar las sensaciones y dar una visión
un poco más objetiva (no mucho más, si me conocéis sabéis que lo que siento
hacia las cosas es un elemento importante en mi forma de contarlas) de todo lo
que estoy encontrándome.
Como ya comenté, toda esta
semana ha servido para tomar un primer contacto con cada uno de los proyectos
que Canat lleva a cabo, y ahora sí, ha empezado de verdad el trabajo, el no
parar.Un poco antes de las ocho ya
estoy en pie, ducha (rápida, porque aquí el agua caliente es una leyenda y a
las ocho de la mañana se corta hasta la respiración con esas temperaturas),
desayuno y mototaxi hasta “Manitos Trabajando”. La mototaxi me
encanta, no es lo más seguro del mundo, en el invierno segoviano no tendría
ningún futuro, pero aquí es uno de mis momentos favoritos del día, el airecito
te da en la cara, te sientes más cerca de la calle y además es más barato.
Cuando llegamos a “Manitos”, nos
repartimos por las aulas atendiendo al plan semanal, los martes me toca ayudar
en la cocina, el resto de los días estoy con los niños. Las primeras horas de
la mañana se dedican a dar apoyo con las tareas del cole y reforzar aquellos
conocimientos que les cuestan más. Después, dependiendo del día y el grupo, hay
diferentes actividades, a algunas me uno, en otras me quedo al margen y
aprovecho para observar, así también aprendo mucho sobre el funcionamiento del
grupo, de la propia organización, sobre el país, sobre cada uno de los niños y
niñas, sus gustos, sus preferencias, la forma de tratarlos…
Hasta ahora, la actividad con la
que más he disfrutado y la que repetiré seguro es “Cajón Peruano”, aprendemos
(los niños y yo) un poco más sobre la tradición y cultura del país, además es
música, que siempre es una maravilla y es percusión que me encanta.
Después de las actividades los
niños se duchan y van a almorzar (comer), seguramente esto suene sin
importancia, pero sí la tiene, puesto que se están cubriendo dos de las
necesidades básicas de los niños y niñas, y es que, cuando llevas aquí unos
días te das cuenta de que muchos de ellos no comen prácticamente nada más a lo
largo del día y sí no fuera por las personas que trabajan en “Manitos” a lo mejor
nadie se preocuparía por su higiene. Así que, estas son dos de las grandes
labores que Canat hace para mí con los niños de este proyecto.
Por las tardes vamos a las
ludotecas del proyecto “Manitos Jugando”, dentro del proyecto como tal hay dos,
la Ludoteca de Castilla y la de Ángeles. Ambos son asentamientos humanos en el
extrarradio de la ciudad de Piura, familias venidas de la zona de sierra y
familias jóvenes que han ocupado las afueras en busca de un lugar en el que
prosperar. Las condiciones en las que viven no cumplen en ninguno de los dos
casos con lo que yo describiría como “vivienda digna”, no tienen agua
corriente, las condiciones de higiene no son las mejores, todo el suelo de los
barrios es de arena, que con el aire se vuelve mucho más que un incordio para
respirar, y en las calles (caminos) en las que juegan los niños puedes
encontrarte de todo (cuchillos, discos de la radial, alambres, plásticos…)
La intención de “Manitos Jugando”
es darles a los niños algo tan importante como el derecho de serlo, el derecho
a jugar, a imaginar, a divertirse. Muchos de los niños y sobre todo de las niñas
tienen tan asumidas ciertas responsabilidades (sus hermanos pequeños, el
cuidado de sus casas) que resulta difícil sacarles de los mundos que les han
sido impuestos para que vuelvan al que les corresponde por edad.
Cada
una de las ludotecas tiene sus particularidades, en el caso de Los Ángeles el
grupo es algo más revoltoso por las situaciones que tienen en casa algunos de
los niños cuya consecuencia es una enorme necesidad de atención que manifiestan
a través de comportamientos inadecuados. Pero la ludoteca hasta ahora más
complicada sin ninguna duda es “El aula de la mar” en La Tortuga, un pueblo
pesquero al que vamos los sábados y en el que a los niños les cuesta acordarse
de que son niños, y a sus padres mucho más.
“El
aula de la mar” no está integrada dentro del proyecto de Canat de la misma
forma que las otras ludotecas que cuentan con dos sesiones semanales, una
programación mensual, actividades con las familias, actividades de integración,
un equipo fijo de monitores, etc. En el caso de La Tortuga, digamos que recae
fundamentalmente sobre los hombros de Gaby (la directora de Canat), dos mujeres
mallorquinas que son fundadoras de la ludoteca y los voluntarios que asisten
cada fin de semana. Tenemos la intención de darle un buen empujón a este
proyecto ya que es un lugar donde realmente se necesita, de momento este fin de
semana vamos a tratar de organizar los materiales que hay allí y tenemos
previsto organizar semanalmente la programación entre un grupo de voluntarios,
ya os contaré cómo van transcurriendo las cosas.
Para
terminar quiero compartir con todos la tarde de hoy en la Ludoteca de Castilla
en la que hemos tenido “Jornada de Tarde con las Familias”. Esto supone que, además
de los niños, están invitados a venir los padres y madres. El grupo de niños ha
sido muy numeroso, el de madres (padres ninguno) no tanto, además nos han
acompañado Gaby, Apolonia (una de las fundadoras de “El aula de la mar”), Juan
(Un cura de Ávila que lleva 40 años en Perú y que tiene un espíritu joven y
aventurero) y la dueña del lugar en el que está instalada la ludoteca y que
forma parte de su propia casa. El tema de la jornada era “El cuidado de la
Comunidad”, los niños y sus madres, en grupos han elaborado un mural en el que
representaban cómo es su comunidad, más tarde han elaborado un segundo mural en
el que se explicaba cómo les gustaría que fuera.
La
actividad ha sido muy bonita y reveladora. Cuando se les ha dado la oportunidad
de soñar, de imaginar cómo desearían que fuera el lugar en el que viven, no han
soñado con parques de atracciones, ni videojuegos, han soñado con desagües, con
agua corriente, con alumbrado público, con un colegio… creo que no hay mucho
que decir.
Las madres, al preguntarles qué podían hacer para qué esos sueños
fueran algo más, se han comprometido a movilizarse para buscar mejoras en su
barrio…uno nunca sabe cuánto de fuertes son los sueños, pero hoy hemos tenido
la suerte de ver que si se sueña con fuerza y se cree en lo que se sueña, al
final llega: Una de las madres ha invitado a todo el equipo de monitores y
todas las madres a asistir a la inauguración de su nueva casa. Una casa que ha
sido construida por la propia familia y por varios voluntarios que han ido
pasando por aquí y que hoy por fin está terminada. La emoción de Aurora (que
así se llama) al compartir con todos nosotros ese momento en el que Juan (y
todos con él) ha dado la bendición a su nuevo hogar, en el que explicaba como
la bendición está en lo que se ha hecho con trabajo y con cariño, ha sido increíble…
Nos ha invitado a cenar, a todos, nos ha dado las gracias y entre lágrimas ha
dicho que su casa es nuestra casa…no os podéis imaginar lo que se siente cuando
alguien que no te conoce de nada se siente agradecido con el mundo y lo
comparte así contigo, cuando alguien te da la oportunidad de estar presente en
el momento en que se cumplen sus sueños.
Seguimos
aprendiendo.
(Mañana es el día Internacional de la niña, aquí es importante recordar cuáles son sus derechos. Cuando pienso en ellas, se me viene a la mente esta canción que he escuchado tantas veces y que tal vez nunca había tenido tanto sentido... )
Después de cinco días, el cielo,
el cielo de Piura, el cielo que en Lima
no se deja ver entre la polución.
Nuestra llegada ha sido
ajetreada pero estupenda, ya estamos instalados definitivamente (o eso
creo), y digo creo porque, por increíble
que parezca en menos de 24 horas ya hemos cambiado de casa. Ha sido más que nada
por las referencias que nos han dado de nuestra primera anfitriona, pero bueno,
esto tampoco es tan importante, la cuestión es que ya estamos instalados, hemos
colocado todas nuestras cosas y a partir de ahí sólo nos queda adaptarnos,
aprender y disfrutar.
De esto último anoche ya hubo un
anticipo, Gaby, la coordinadora de Canat (aprovecho y os dejo el enlace para
que conozcáis de una forma más oficial los proyectos que tienen, su forma de
trabajar, etc. http://www.canatperu.com/),
organizó una cena en su casa con todos los voluntarios de la fundación, conocí
a un montón de chicos y chicas de diferentes sitios, todos ellos (Gaby
incluida) encantadores en nuestro primer contacto, cenamos (yo no, porque
estaba mala) y después compartimos un rato, charlamos, resolvimos dudas… y de
fondo, música en directo de la banda que forman tres de los chicos. Tocan estupendamente y saben mucho de música
española, con deciros que conocen Extremoduro… muchas de las canciones que
tocaron me eran conocidas y de alguna
forma eso me ayudó a sentirme más cerca de casa.
Esta
mañana, por fin, ¡los niños! Hemos conocido “Manitos trabajando”, uno de los
tres principales proyectos de Canat, que trabaja con niños de entre siete y dieciséis
años. Aquí hay dos turnos escolares, el de mañana y el de tarde, los niños están
en “Manitos trabajando” la mitad del día en la que no tienen clase, allí les
ayudan con sus tareas, y les dan formación complementaria: música, cajón,
danza, deportes, desarrollo personal, etc.
Después de conocer a las distintas Misses (que así llaman aquí a las
maestras, así que ya sabéis…yo Miss) y a los alumnos de las tres aulas (7 a 9,
10 a 13 y 14 a 16 años), hemos pasado un rato con los alumnos más mayores mientras
recibían un taller de desarrollo personal en relación con la sexualidad.
Me
ha sorprendido que se diera formación de este tipo a los chicos y chicas, pensaba
que aquí, en Perú, serían más reacios a hablar abiertamente de este tema y que
socialmente no estaría muy bien visto. Me he dado cuenta de que mi visión del
país cambiará mucho en los próximos dos meses, seguro que esta es sólo una de
las muchas veces que me sorprenda, para bien y para mal.
En
lo que al taller se refiere, se han dicho muchas cosas con las que estoy de
acuerdo y otras tantas con las que no, pero me parece fenomenal que se les haga
saber cuáles son sus derechos con respecto a la sexualidad, que están
protegidos por la ley, etc. Ya que todo esto ayuda desde mi punto de vista a
formar una sociedad más responsable, más saludable y más feliz. Aún queda mucho
por hacer para que un tema tan importante como este forme parte fundamental de
la educación de todos los jóvenes, aquí y allí.
Una
de las chicas ha reflexionado dejándome con la boca abierta, y por las caras de
algunos de sus compañeros, estaba poniendo en voz alta las preocupaciones de
más de uno.
Durante
toda esta semana conoceremos el resto de trabajos que realiza la fundación
aquí, ludotecas en Castilla, Ángeles y La Tortuga y “Manitos Creciendo”, pronto
os cuento algo más sobre ellos y en cuáles me quedo colaborando estos dos
meses, mientras tanto y desde mi nueva cama…buenas noches, buenos días o buenas
tardes, según en la parte del mundo en la que estéis.