Por fin tengo un momento para
sentarme tranquilamente y escribir. No creáis que si no he escrito en las
últimas tres semanas ha sido porque no tenia nada que contar, más bien por
falta de tiempo o a veces (por qué no decirlo) de ganas, y es que los días aquí
son intensos y suelo llegar a casa deseando meterme en la cama.
Todo está yendo muy rápido y
antes de que quiera darme cuenta estaré de vuelta. Ahora mismo escribo desde la
Tortuga, hoy es mi último sábado aquí, nos despedimos hasta la próxima, porque
si algo está claro es que habrá próxima.
En todo este tiempo han pasado
muchas cosas, hemos visitado sitios preciosos, conocido gente nueva, despedido
a otros…ya os contaré a mi regreso. Dentro de tres días estaré dejando Piura, y
viendo lo apretada que viene la semana estoy casi segura de que no publicaré,
así que es un buen momento para echar la vista atrás y reflexionar.
Son muchas las vivencias de
estos dos meses, todas me han enseñado o me han ayudado a recordar algo, pero
de verdad que se hace difícil ponerlas por escrito porque todo aquí es tan
distinto que necesita vivirse para comprenderlo. Tengo unas ganas terribles de
teneros delante y poderos contar con todo lujo de detalles cada experiencia que
estoy viviendo, eso será lo más cerca que os ponga de la realidad… Ojalá
pudierais estar aquí y ver lo que ven mis ojos, oler lo que yo he olido, sentir
el calor aplastándoos contra el piso, ojalá pudiera acercaros los atardeceres
en la playa de Cenizo, las caras de los niños cuando jugamos con ellos en La
Tortuga, los olores del paseo por el Mercado para ir de Manitos Trabajando a
Manitos Creciendo, el viento de las 5 de la tarde en las ludotecas que hace que
bajen de golpe los grados…Ojalá.
Bastan unos minutos para
conectar con una persona, para encontrar un lugar, en cualquier parte del Mundo
donde sentirse a gusto. Acá yo he encontrado muchas personas en las que
apoyarme, de las que disfrutar, con las que hablar... No ha importado nada su
edad, su procedencia, la forma en que viven. He charlado con presos, con
artesanos, con familias en la cola del super, con ancianos, con maestras, con
jóvenes, con artistas, con europeos, con latinoamericanos y diría que hasta con
algún ser venido de otro planeta…
Seguramente para cada uno de
ellos nuestros encuentros no hayan significado lo mismo que para mí, tal vez
algunos me echen al olvido y otros me recuerden después de varios años, de la
misma forma que me pasará a mí. Quizá haya personas con las que en el momento
no haya conectado, pero tal vez con el tiempo recuerde palabras, momentos o
historias que les hagan cobrar sentido dentro de mi vida. Ahora sé que muchas
de las cosas que nos pasan son diferentes según el momento en que nos
encontremos, que cada persona vive la misma experiencia de diferente forma porque
lleva consigo su historia. Puedes cruzarte con alguien que tenga una vida
totalmente diferente a la tuya, ideas contrarias, que este pasando un momento
de alegría mientras tu pasas uno de tristeza, y ninguna de estas cosas supone
un impedimento para conocerse, acercarse, compartir intereses, ambiciones,
objetivos, sueños…
Perú me ha ayudado a reírme más,
a relajarme con los contratiempos, a tener paciencia (porque aquí no queda
otra), he tenido la suerte de poder
dedicar parte de mi tiempo a sentarme a escuchar y que me escuchen, he llegado
a sentirme tan cómoda con algunas personas que he podido hablar sin pelos en la
lengua, he intercambiado ideas sobre costumbres, historia, formas de vida, sin
miedo a ofender, he podido ser directa y clara, ser la misma que soy en España,
y creedme eso aquí es una suerte. Me he sorprendido a mi misma sonriendo en
situaciones que me hubieran sacado de quicio normalmente, me he visto llorando
sin miedo a dejar de ser fuerte un rato porque me he sentido protegida.
No voy a mentir, también me he
decepcionado a veces, o me he chocado de bruces con la realidad, he encontrado
obstáculos que me han hecho enfadarme, sentirme cansada, echar de menos mi vida
allí. Sin embargo el balance es positivo y entiendo estos momentos como parte
de mi aprendizaje o como anécdotas con las que reírme.
Pronto empezarán las despedidas,
o más bien mis despedidas, porque acá las despedidas están a la orden del día,
llegan y se marchan personas casí cada día. Ya despedimos a Heidi, ya
despedimos a Betsy, ya despedimos a Kimberly…la diferencia es que está vez la
que se va soy yo. Una parte de mí se muere por volver, por ver a quienes me
esperan, por compartir lo vivido; la otra querría alargar esto, quedarse, hacer
más, vivir más… así una parte se marcha con muchas cosas nuevas y la otra se
queda con las personas conocidas, los lugares visitados. Todo es como debe ser,
hago un pedacito más de mí misma, para dejarlo aquí, para echar de menos en
otro lugar más, con la intención de volver y la intención de crecer, sabiendo
que lo que ha pasado aquí ya nunca más volverá a pasar y por eso es especial,
que cada minuto es único y como tal hay que vivirlo.